En 1353 muere su padre decapitado
por haberse sublevado contra el
nuevo rey don Pedro I; su esposo, cuatro años después, corre la
misma suerte. Doña María Coronel, ya viuda y sola, vive con los pocos bienes
que le quedan. Sin embargo, ajeno a la pena que ella pudiera sufrir, el rey don
Pedro se enamora y encapricha de ella, hasta tal punto que la acosa y persigue
vaya donde vaya.
Lejos de desistir de su objetivo, pasado este
suceso, es el mismo rey en persona quien acude al convento. Esta vez no hay
tiempo de avisar a doña María Coronel quien, acosada, comienza una carrera
huyendo de don Pedro por las estancias de Santa Clara. En la cocina, ella se ve
entre la espada y la pared y, con la única finalidad que dejar de gustarle, se
arroja una sartén de
aceite hirviendo sobre su rostro. El rey al verla huyó
despavorido dando fin a la obsesiva persecución,
Muerto el rey don Pedro y reinando ya su
hermanastro Enrique el de las Mercedes, Doña María recuperó sus casas y sobre
ellas fundó en 1374 el Monasterio de Santa Ines.
Al morir doña María fue enterrada en el coro de
este nuevo convento y, al cabo de los años, encontraron su féretro. Actualmente
su cuerpo permanece incorrupto y se aprecian aún las quemaduras provocadas por
su desesperación. Su cuerpo se muestra en el convento de Santa Inés todos los
días 2 de diciembre.